sábado, 11 de febrero de 2012

De las montañas al mar

   Valija Informativa continúa rescatando experiencias de jóvenes, dándoles la oportunidad de compartir vivencias, sueños, nostalgias y proyectos; que llevan a concretar cambios positivos en sus vidas, en  bien de la comunidad y su futuro personal.
Wendy en La Paloma,
disfrutando de un paisaje diferente

   Entre nostalgias y sueños, una joven emprendedora, Wendy Laplume, cuenta a Valija Informativa sobre su experiencia; el cambio de residencia repentino de Bariloche (Argentina) a La Paloma (Uruguay) la llevó a descubrir en tan sólo seis meses muchas características de su personalidad que, según expresó, no hubiese encontrado si no se hubiera mudado. Rescata muchas cosas positivas de lo que en un principio fue una experiencia triste y difícil. Con muchos sueños y expectativas, continúa sus estudios en el departamento de Rocha, adaptándose perfectamente al medio y su gente. Este año cursará 6to artístico en el Liceo Nº 1 de la ciudad de Rocha.

   -De Bariloche extraño mucho a mis amigos, la gente con la que tenía buena relación y acá lo que encontré al mudarme es que la gente también  es muy amistosa y me trata bien,- indicó.
-La nota “Llanto” habla sobre cómo me estaba sintiendo antes de mudarme, era una mezcla de sensaciones, a mí me movió un montón esa nota,-cuenta haciendo mención a una nota que escribió previo a su mudanza.

   -Yo había estado pensando escribir otra nota, y los seis meses me parecieron un período redondo de tiempo entonces, sentí que era el momento para decirle a la gente todo lo que había sentido en 6 meses de una experiencia que, no mucha gente vive y en especial a mi edad,- expresó la joven.

   -Escribir me empezó a gustar a los 6 años, escribía cosas para el colegio, pero me acuerdo que volvía a casa y decía que yo iba a ser escritora, ahora no lo tacho cómo opción pero no es la prioridad. Escribo cuando tengo muchas emociones y necesito contar algo, es una manera muy buena para hacer catarsis, sacar todas las emociones que uno tiene y sentirse mejor, es una manera que a mí me relaja mucho, es cómo mi terapia personal ponerme a escribir cuando siento cosas.

   - Me gustaría estudiar actuación, esa es mi prioridad en este momento. De los 6 años, también en la escuela hacíamos teatro cómo materia hasta 5º, y después los últimos 3 años volví a retomar también, tuve 3 años que no hice pero ahora estoy retomando de nuevo. Me gusta mucho, es cómo que siento que pertenezco ahí, cuando estoy en frente a una cámara o en un escenario.-
-Es muy difícil elegir un referente, habiendo tanta gente; tanto en el teatro cómo en el cine y teniendo en cuenta que, en realidad me falta conocer un montón, -respondió ante la pregunta de cuál era su referente en el mundo de la actuación.

   -La carrera de publicista de mi padre fue lo que influyó más en mí, cuando era chiquita me hacía participar y cuando escribía algo él lo leía y hacía correcciones, no se quedaba callado y decía “que bonito, que bonito”, me influenciaba para que mejorara e hiciera lo mejor que pudiera.

   -Hay muchas cosas positivas que rescato, pero en especial que, logré madurar muchísimo a partir de la mudanza , más que nada me logró abrir un montón la mente al conocer mucha gente que piensa distinto a mí, estaba rodeada de gente que pensaba muy parecido, logré cambiar muchas cosas que creo, son para mejor. Iba a un colegio católico, bastante abierto pero católico igual y me mude a un país que es laico, eso me ayudó a abrir la mente en el sentido de religiones y dogmas. La diferencia más notable a  la vista es la manera de hablar,- concluyó Wendy haciendo referencia a las diferencias entre Bariloche, su ciudad natal y La Paloma, y sobre lo positivo que ha rescatado de su experiencia. 

   A continuación comparto la nota "14 de Junio ”, escrita por Wendy Laplume.

   Seguramente la mayoría de ustedes no sabe por qué este día resulta importante para mí, pero lo voy a explicar. Hoy se cumplen oficialmente seis meses desde que me mudé. Seis meses desde que dejé Bariloche y seis meses desde que llegué a Uruguay y seis meses en los que aprendí muchísimo.

   Aprendí verdaderamente qué es la nostalgia, y aprendí lo que la gente quería decir cuando dicen que cada vez que te mudas algo de tu corazón se queda atrás. Aprendí a valorar a mis amigos. Aprendí a abrirme y dejarme conocer. Conocí a muchas personas francamente estupendas. Gente que si no me hubiese mudado nunca habría conocido. ¡Aprendí finalmente a andar en bicicleta! Jaja. Y diría que aprendí a surfear, pero eso implicaría que lo sé hacer. Digamos que experimenté surfear…

   Aprendí a decorar mi cuarto, aprendí a amar pasar tiempo dentro de él. Aprendí lo que es escribir por el amor de hacerlo, más allá de que me salga bien o mal. Aprendí a ser natural, a ser yo. La loca yo, la a veces egocéntrica yo, la que puede ser graciosa yo, la que ama actuar, leer y las matemáticas yo, la habladora compulsiva yo, la familiera yo y todo el resto de las yo que no siempre muestro. Me di cuenta que no sé dibujar, pero que me manejo lo suficientemente bien como para aprobar.

   Me acerqué mucho más a algunos de mis amigos en Bariloche y me hice muy buenos amigos acá. Me eligieron delegada y eso es algo que me sorprendió bastante. Me saqué un 11, cosa que el año pasado era imposible e inimaginable, al no existir tal nota. Sé ahora lo que se siente ser última en la lista. Revivo cómo fue al cambiarme de escuela en 6to, y tener que presentarme nuevamente con todo el mundo, pero como saqué unas experiencias maravillosas de ese cambio, también las estoy sacando de éste. Cambié el bachillerato común (o “de gestión empresarial”) por uno artístico; ahí sí puedo decidir cuál es mejor. Cambié la nieve por el mar. Me pierdo del millón de feriados que se celebran en argentina, como también me perdí la famosa cenizada barilochence. Cambié el frío seco por el húmedo, y no me puedo decidir acerca de cuál es peor.

   ¡Conocí punta del este! Y eso no es algo que muchos barilochences puedan decir. Me hice lectura de aura, me hice más cercana, aunque sólo sea un poquito a mis primos porteños. Me hice la renovación del documento, y salió una foto más fea de las que me podría imaginar, jaja.

   Me di cuenta que me encanta sacarme fotos. Que me encanta posar y arreglarme y que mi papá me diga que caras poner o que me sorprenda in fraganti y me saque fotos. Más allá de que las fotos salgan bien o mal. Viajé en Buque, viajé en avión. Viajé en colectivo (o “ómnibus”) y viajé en auto (sin mencionar en bicicleta =P). Conocí fuertes españoles, portugueses y uruguayos. Conocí un montón de palabras uruguayas y me di cuenta que acá no son ellos los de las palabras raras sino yo, jaja. Hay palabras que de a poco se me pegan y otras que por el momento prefiero no tomarlas en cuenta, jaja. Lo que sí se me pego fue el correcto uso de los tiempos verbales, costumbre que no tenía muy arraigada. Pude hablar con un estadounidense en inglés, en persona. No se compara con ir a EE.UU., pero es algo, jaja.

   Encontré mi verdadero estilo de ropa, gracias a no tener uniforme para ir a clases. Mi verdadero estilo que yo misma defino como desaliñado, descoordinado y grandes chances de ser colorido. Mi estilo de ropa que en un futuro va a producir tendencia, jaja. Aprendí lo que es enviciarme con programas de televisión.
Aprendí los que es llorar, y lo que es reírme. Encontré que, pese a no gustarme chatear, adoro hacerlo con Kathleen, con Kabe y con Juanfa. Y mandarme mails con Agus, Luu y Anto, ya que ellas no se conectan tanto. Y en realidad, encontré el placer de chatear con quien sea, y de ser más amigable. Y de decir lo que pienso (claro, tratando de no caer en la honestidad bruta, jaja).

   Probé el CocoLate, y el CocoLate Bar, que son DELICIOSOS. Probé el Ricardito, probé los Cardbury, y seguro que probé más cosas, pero no me acuerdo. Salí a comer afuera. Salí al cine. Me compré cosas (más bien me compraron =P). ¡Conocí Brasil! Aunque creo que no es justo decir eso, ya que sólo conocí una ciudad limítrofe. Una ciudad que es mitad uruguaya y mitad brasilera. Chuy, para los que la conocen, y para los que no también.
Me corté el pelo. Empecé a escribir mi novela. Me hice una tranza. Mandé un paquete de cumpleaños a Anto y lo va a abrir justamente en dos días. Y entre la genial gente que conocí vale nombrar algunos, pero sería imposible nombrar a todos, en especial porque en todo momento me acordaría de alguien más, pero los que están en mi mente ahora son Ana, Beatriz, Macarena, Shaula y Valentina. El resto de mis compañeros también son geniales, pero ellas son con quienes más tiempo comparto.

   Los que hayan leído mi nota anterior, Llanto, notarán que esta nota es mucho más optimista,  pero esa era la imagen que quiero dar. Esta nota va como respuesta a todos aquellos (que fueron muuuuuuuuuchos) que me preguntaron: “¿Cómo anda todo por allá?” o “¿Cómo te estás acostumbrando a Uruguay?” y yo sólo respondía lo mismo a todos “Bien, tranqui”. Como verán, para conseguir decir todo lo que respondía a esas preguntas me habría acaparado toda la conversación, entonces ahora ya tienen su respuesta.

   Pasaron 6 meses desde que me fui de mi ciudad natal, hace seis meses conocí un nuevo país. Hace seis meses dormí por primera vez en una cama que fuera mía y que fuera más gruesa que un papel, jaja. Los que conozcan mi colchón de Bariloche entenderán. En seis meses tuve más experiencias de las que podría haberme imaginado tener. Y, sin embargo, fueron los seis meses más cortos de toda mi vida.

Más notas escritas por Wendy Laplume en: http://www.facebook.com/theonewith.wen?sk=notes

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